Una de las veredas más apartadas de la cabecera urbana de Riosucio es El Rosario, ubicada en la denominada “Tierra Fría”, en territorio del Resguardo Indígena de Nuestra Señora Candelaria de la Montaña. Para llegar hasta allá desde Riosucio debe tomarse un vehículo hasta la comunidad de Palermo durante aproximadamente una hora por una vía destapada en regulares condiciones y desde allí empezar a caminar o tomar un caballo durante una hora y media más o menos, a través de bellos parajes como el del río Arroyo Hondo.
La leyenda
Todos los riosuceños crecieron conociendo la leyenda de que en la “Tierra Fría”, allá donde llegaron los antioqueños a buscar mejor vida, existió un pueblo próspero y grande que murió por causa de una maldición y terminó consumido por la maleza. Dice la tradición oral que el sacerdote Marco Antonio Tobón, presionado por escándalos sexuales y por los celos e intereses políticos de los riosuceños que veían con desconfianza el florecimiento de la naciente aldea, debió abandonar El Rosario y “al sacudirse el polvo de sus zapatos” condenó a la comarca a ser “un rastrojero enlagunado”.
Es verdad que el Padre Tobón debió abandonar la aldea de El Rosario y que su fundador, el supieño Rafael Tascón, debió vender o ceder sus derechos sobre esas tierras y establecerse en Anserma Viejo, con lo que se perdió el impulso con el que había arrancado la población. Más que una maldición provocada por los chismes de alcoba del presbítero, lo que ocasionó el languidecimiento del pueblo fue la separación física de Riosucio, su difícil acceso y el bloqueo al que lo sometieron los dirigentes de la región al observar con desconfianza que familias antioqueñas, algunas de filiación liberal, se establecieran en su territorio y progresaran. Sumado a lo anterior la hostilidad de los indígenas de La Montaña, quienes aunque en un principio consintieron en su fundación, con el tiempo empezaron a dudar de las “buenas intenciones” de los colonos blancos.
Fundación
La fundación de El Rosario data de finales del siglo XIX. Rafael Tascón de la Roche, hijo de Francisco Senén Tascón Londoño, el hombre dueño de minas e importantes negocios que tuvo un banco particular en Supía, adquirió las tierras de la parte más alta de la cordillera occidental del territorio del Cabildo de La Montaña a través de compra efectuada a los indígenas, negocio que si bien fue consentido por los nativos, violó la ley que prohibía la compra y venta de los derechos sobre las tierras de los resguardos. El Rosario atrajo a decenas de familias antioqueñas que llegaron para terminar de despojar de sus tierras a los indígenas y ese lugar pasó a depender exclusivamente de personas ajenas a la Parcialidad.
Progreso
Con el trabajo del fundador y la llegada de los antioqueños que se dedicaron a la ganadería y el pastoreo El Rosario floreció. El 21 de octubre de 1898, día de San Rafael Arcangel, se consagró la capilla a Nuestra Señora del Rosario, la que fue regentada meses después por el sacerdote Marco Antonio Tobón. Rafael Tascón creó también una escuela en su propia casa y junto con el padre Tobón creó los Talleres San José para enseñar oficios varios a los indígenas nativos y por ahí derecho cristianizarlos, labor que culminó con la creación del Instituto La Merced que daba educación secundaria a los pobladores de El Rosario.
Confllicto
Los conflictos con los indígenas por la posesión de la tierra y por el afán de instaurar las costumbres de los blancos generaron fricciones y violentos enfrentamientos entre los nativos y los colonos, los que fueron aplastados con “mano dura” por parte del Inspector de Policía, curiosamente hermano del Padre Tobón. Además la dirigencia conservadora de Riosucio veía con recelo el progreso de esa alejada comarca y temía a la prosperidad de conservadores progresistas y liberales en esa región, por lo que buscaron bloquearla por todos los medios. En 1906 Rafael Tascón fue nombrado Prefecto (Alcalde) de Riosucio y debió trasladarse a la cabecera urbana, en donde sufrió un atentado con dinamita que lo hizo abandonar sus intereses en El Rosario y partir hacia Anserma en donde murió en la pobreza en 1926.
El Padre Tobón también debió abandonar el pueblo por la inseguridad, los rumores y las presiones, seguido de las familias antioqueñas que le dieron origen. El pueblo se marchitó para siempre, dando lugar a la leyenda de la maldición que todos los riosuceños conocemos.
Cuando el padre Tobón abandonó al Rosario y se dirigió a Carmen de Atrato y luego a Pueblo Rico varias familias del Rosario lo acompañaron. Cuando se abrió la carretera, El Rosario quedó incomunicado y como se habia agotado el oro de la mina y de las quebradas y era difícil comerciar con Marmato y Supía el resto de los vecinos antioqueños abandonaron el caserío y El Rosario desapareció. Esa es la historia. Es cierta la oposición riosuceña y de los nativos de La Montaña y tambien lo de la maldición. Así lo afirmaron Pablo Tobón y Efraim Tobón sobrinos del presbítero. En cuanto al colegio, a los talleres y el comercio con los chamies todo ello está documentado en testimonios del padre Tóbon que quedaron en un libro que debiera reeditarse.
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