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EDITORIAL / EL DIÁLOGO ES EL PRIMER PASO

 

Foto suministrada /Alcaldía de Riosucio

Las protestas que se iniciaron en todo el país el pasado 28 de abril se han extendido ininterrumpidamente hasta hoy, a través de un ejercicio de resistencia que ha persistido por dieciséis días y que no ha estado exento de vulneraciones a los derechos humanos por parte de algunos miembros de la Fuerza Pública y de actos vandálicos cometidos por un reducido sector de los manifestantes, hechos a los que por fortuna ha estado ajeno Riosucio, salvo un par de escaramuzas de parte y parte que por fortuna no trascendieron. 

Nuestro municipio y su variopinta población ha estado en pie de lucha: indígenas, jóvenes, maestros, transportadores, artistas y trabajadores en general han estado en la primera línea del paro para exigir los cambios estructurales que nuestra sociedad requiere con urgencia, a través de bloqueos en las vías de acceso al pueblo, intervenciones artísticas, marchas, desfiles, caravanas, cánticos y arengas.

Los reclamos, dirigidos inicialmente hacia una retardataria y nociva reforma tributaria, se extendieron rápidamente a una serie de peticiones puntuales generados por la espantosa desigualdad de nuestra sociedad y por años y años de olvido estatal, en una agenda que exige soluciones a problemas de toda índole y que compete tanto al gobierno nacional como a los gobiernos seccionales y locales.

La Democracia Participativa demanda de la ciudadanía el involucramiento en todos los procesos que se gestan dentro del Estado, por lo que va más allá de la simple elección de los gobernantes. El Pueblo Soberano tiene derecho a exigir y a ser escuchado. Por otra parte, el ejercicio democrático del poder requiere que quienes fueron elegidos para representar al pueblo (alcaldes, gobernadores, presidente) lo escuchen, atiendan sus llamados y rindan cuentas.

En tal sentido, en estos tiempos de agitación y descontento popular, es imperativo propiciar espacios de acuerdo, de acercamiento, de negociación. Es urgente que los mandatarios se sienten y escuchen a su pueblo: el presidente a los colombianos, el gobernador a los caldenses y el alcalde a los riosuceños, para abordar, sin apasionamientos, sin sesgos y sin intereses ocultos (que los hay en todos los niveles), los problemas puntuales que afectan a la sociedad. Las protestas, los bloqueos, las marchas y las incomodidades y problemas que estos hechos generan y que son por todos conocidos, solo se solucionan a través del diálogo, no de la represión.

En tal sentido celebramos que las administraciones departamental y municipal y las autoridades indígenas y demás sectores protestantes hayan abierto espacios de concertación. A la fecha se han efectuado dos jornadas de este interesante ejercicio que esperamos resulte beneficioso para todos los riosuceños, que brinde soluciones concretas y que no se quede en una simple foto.          

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