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Cuenta la leyenda: la maldición del Padre De los Ríos




El 24 de septiembre de 1965, mientras celebraba una misa en la Catedral de Nuestra Señora del Rosario en Manizales, moría Monseñor Alfonso de los Ríos Cock, Vicario General de la Arquidiócesis y aliado natural por décadas de Cristo Rey, Santo Patrono del Partido Conservador y sus dirigentes; descendiente de los mineros europeos que arribaron a estos contornos, de quienes heredó el espíritu negociante que lo llevó a ser dueño de las extensas tierras que hoy ocupa el barrio Villa Pilar en la capital caldense.


Poco tiempo después del deceso del Padre De los Ríos, los riosuceños empezaron a escuchar a altas horas de la noche y en la madrugada, un repicar constante de las campanas de la Iglesia de la Candelaria, que sonaban insistentemente sin que nadie las accionara, situación que se hizo frecuente y que incluso llevó a la población a familiarizarse con el fenómeno y a llamar coloquialmente al espíritu tañedor "El Espanto de las Campanas".


No tardó la imaginería popular en asociar la muerte del sacerdote con el inicio de la actividad paranormal en el templo y en adjudicar el repique de las campanas al alma de Monseñor Alfonso, penando por haber maldecido al pueblo décadas atrás como venganza por una calumnia originada y urdida en "El Barrio", o sea la Zona de Tolerancia de la localidad.

La maldición

Alfonso de los Ríos Cock estuvo al frente de los trabajos de construcción de la Iglesia de la Candelaria entre 1912 y 1928, época en la que no era Parroquia y pertenecía a San Sebastián. De Riosucio salió para escalar en las jerarquías eclesiásticas y en la docencia, llegando a ser "Monseñor", Vicario de la Arquidiócesis de Manizales y dar nombre al colegio público del corregimiento de Arauca. Su traslado de Riosucio no solo se debió a la historia que seguidamente se relata sino a que se opuso con virulencia, enardeciendo a la población en contra del párroco José Gonzalo Uribe Villegas, a la construcción en ladrillo de la cúpula de la iglesia, pues consideraba que debía ser en madera por ser un material más liviano.

A medida que avanzaban los trabajos de construcción del templo, aumentaban los ataques desde el púlpito del cura De los Ríos a las mujeres del "Barrio" y a los hombres que las frecuentaban, llegando incluso a excomulgar a varias prostitutas.

La reacción de las mujeres “de la vida alegre” no se hizo esperar y atacaron ideando un plan para desprestigiar al prelado: consiguieron que uno de sus clientes se vistiera como el sacerdote y transitara por las calles del “Barrio” montado en un caballo con una de las prostitutas en sus ancas, de manera que todo el mundo creyera que el borracho disfrazado era el cura, bebiendo y haciendo escándalo a horcajadas en una bestia por las calles de “La Cuchilla”, con prostituta a bordo.

El escándalo fue general y el episodio épico, narrado hasta por los novelistas locales, como Ariel Escobar Llanos, en “Historias del viento en la cordillera” de la siguiente manera: “Atrás iba el párroco con la puta más hermosa del mundo”.
El episodio fue la comidilla en el pueblo durante semanas, pues todo el mundo comentaba lo que todo el mundo creía haber visto: al cura De los Ríos borracho y andando con prostitutas. Muy mortificado el sacerdote solo atinó a decir: “Las ruinas de este templo serán testigos de mi inocencia”.

Y efectivamente, empezó la cadena de desastres naturales que afectaron la estructura de la iglesia y que hizo nacer la leyenda según la cual el templo jamás estará terminado.



El 25 de diciembre de 1924, a las 6:00 p.m., la cúpula se derrumbó arrastrando consigo gran parte del templo. Así mismo está registrado en la historia del pueblo que en 1938 un terremoto tumbó parte de las dos torres; se logra reconstruir la edificación y prácticamente terminar hacia 1958 pero el 20 de diciembre de 1961 otro sismo derriba toda la parte superior del frontis y el 30 de julio de 1962 nuevamente un terremoto se ensaña contra la iglesia y produce tales averías en las torres que debieron ser demolidas.

Ahora se están adelantando obras para reconstruir las dos torres, gracias al empeño de la feligresía y del párroco actual; aquellos riosuceños que son crédulos de las leyendas y de las maldiciones esperan que puedan concluirse las obras sin contratiempos y sin desgracias, para por fin ver su templo terminado y dejar que el Padre De los Ríos descanse en paz. 

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